
Puedo acordarme de cada una de las fotos que me llevo de su vida de estos dos años del final de su enfermedad.
Ayer, que fue la última vez que lo vi y el último dia completo que vivió, porque murio apenas comenzado el dia de hoy, pude sacar la cámara y disparar la foto, la única que pude hacer a lo largo de todo este tiempo.
Me parecia cada vez que lo veía que era tan fuerte la imagen que me mostraba, me tomaba una gran cantidad de horas archivar esa imagen para poder seguir con mi vida, y además de no encontrar coraje, no podía levantar la camara y disparar la foto.
Las fotos que no hice podría describirlas ahora: la cama de hierro gris plomo a través de la puerta del cuarto, el cuerpo dormido y sus manos atadas a los fierros con gasas, la boca hundida intentando en vano balbuceos extraños,... pero nunca pude parada al lado de la cama levantar la cámara y llevarme en una foto ese ojo celeste redondo y abrillantado mirandome fijo. El implacable ojo mostrando su tristeza y su arrepentimiento.
Porque todo este tiempo me valía de esas señales, querer responderme el porqué seguía vivo me hacia especular con mis pensamientos y veía como una razón terca su padecimiento.
Aunque a veces le habia dicho - en esas conversaciones que mantenía mente a mente cada vez que lo veía- le habia dicho que ya era suficiente, que ya no tenía sentido seguir mostrando que queria permanecer vivo para padecer delante nuestro y exponerse tan frágil como nunca habia sido.
_Ya esta, quedate tranquilo..., _le repetí varias veces mientras le tocaba la frente caliente, la vez que por verlo tan mal y por estar sola frente a él pudo mi mano entrar en contacto.
Incansablemente quería saber hasta cuando o porqué, y cada vez encontraba respuestas en todos los años en los que su temperamento severo y tan impredescible lo hacía immune a nuestros dolores.
Ahora mientras escribo y lo imagino muerto parece tan raro que haya podido hacerlo. Porque nunca nadie he visto antes que tuviera tanto miedo a morirse.
Apenas supe la noticia salí al patio, hacía un calor de primavera en pleno invierno, camine por el borde de la pileta recordando su figura, la que finalmente fotografié ayer en el cuarto del hospital el último día que vivió.
No puedo dejar de ver su cuerpo desnudo, sus hombros caídos con moretones, las conecciones a su yugular de una cánula transparente pegada con una cinta scotch ensangrentada a su cuello inmóvil, la máscara de oxígeno sobre la boca completamente abierta tratando de tragar los suspiros que le quedaban, y los ojos, casi siempre cerrados, dejando intermitentemente ver un borde blanco y un imperceptible bordecito celeste abriéndose por última vez.
El cuerpo bajo la sábanas ya no se movía, ni tampoco se veían sus manos atadas. Apenas antes de irme toque su pie y me paré una vez mas frente a él, mientras mi mamá intimaba detalles con la enfermera que se quedaba a cuidarlo; a establecer un último dialogo mente a mente, y le pedi en tono de ruego que se lleve al cielo nuestro amor de familia, que nos cuide desde allá como nunca pudo hacerlo acá. Le pedí que viajara con esa misión por nosotros. Entonces por primera vez me sentí tranquila de haber encontrado una unión final en nuestras vidas, entre su inminente viaje al mas allá y mis saturadas ganas de que deje de sufrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario