viernes, 12 de diciembre de 2008

Ella Dolores

Sobre la placa se leía Estudio Bubis. Abrió la puerta y me hizo pasar. Se adelantó invitándome algo para tomar y buscó rápidamente disculpas para advertirme un atraso de los entrevistados. Me preguntó si para ganar tiempo quería que me acompañara y mostrarme el lugar, y que yo fuera eligiendo el espacio donde hacer las fotos más tarde, decía que había una terraza grande y hermosa.
Seguí sus indicaciones, me dejé llevar por el ritmo de sus pantalones anchos y flojos y con la vista clavada en su espalda transité a su paso. Los pasillos por los que nos movíamos se iluminaban cada tanto con restos del sol que sucedía afuera, por el largo y angosto camino de cerámicos oscuros las sombras se resistían a desaparecer de las paredes que recorríamos como en un laberinto, buscando puertas, salidas y aberturas sin manijas.
No hablábamos. Al dar la última vuelta entramos en un ascensor y tuvimos unos segundos para mirarnos de frente, era la primera vez que ponía atención en su cara, que se la fregaba con una mano rascándose la pera.
Me había dicho al entrar:_soy Dolores, pero esa voz y ese peinado hacían ruido con el nombre. Me había traído un vaso de agua con esas manos de dedos finos y uñas anchas que las guardaba como una foto en mi retina. Mis ojos seguían su andar de cola parada sobre pies planos, custodiaban el movimiento de los brazos poco estilizados que acompañaban al escote que escondía unos senos que sonaban a relleno.Yo clavaba la mirada ahí en el cierre de los pantalones pero no se le marcaba ningún bultito. Lo que me desconcertaba era su figura, tan común. No había disfraces, se veía como una mujer-y tal vez lo había sido siempre- pero su engañosa y afeminada masculinidad talvez escondían al hombre con el que había nacido.¿Pero era una mujer que quería ser hombre? ¿O era un hombre envuelto en una mujer?Porqué me interesaba tanto saber su género? ¿Porqué no podía apartar mi pensamiento de figurarme a Dolores sola, como era de veras sin testigos?.
No tenía que hacer demasiado esfuerzo para imaginármela por la mañana frente al espejo haciéndole guardia a su barbilla hasta que creciera el primer milímetro de pelo para afeitárselo; mientras ella- la de veras- frente a mí en su oficina se limitaba a atender el teléfono o a levantar el portero eléctrico cuando sonaba. Qué me importaba! Porqué quería saber yo si alguna vez habría sido Carlos o habría sido Alberto y porqué me imaginaba que esas manos de uñas pintadas con esmalte apenas transparente, acomodaban sus huevos para el fondo de los calzoncillos si los tuviera. Me hacía meter en su intimidad como si la estuviera viviendo, como si de verdad ocurriese que su desprejuiciada figura de hombre mitad mujer me estuviera convenciendo de no sé qué cosa a través de sus labios carnosos que planeaban deseos. Ella Dolores se comportaba gentilmente, al fin de cuentas era la secretaria que intentaba darme comodidad mientras esperábamos que se presenten los que serían fotografiados por mi cámara. No había en Dolores signos insinuantes hacia mi persona, pero quizás su rigidez rememoraba en mí rastros de la mujer barbuda de los cuentos y esos puntos en su cara podían tratarse de excesos de hormonas, sobrantes de bozo que no pudo depilar a tiempo. Entonces el sexapil que traía la Dolores hombre disfrazado de mujer se desvanecía en la Dolores mujer que parecía hombre. Quizás se trataba de la señora Bubis, la mujer del Señor Bubis o quizás era ella o él un mismo ser, una u otro cuando se le ocurría, detrás de esa puerta y esa placa intercambiables según el caso se convertía en lo que se le cantaba.

1 comentario:

  1. si se pudiera averiguar el porqué de su nombre se sabría el cual de su género?

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